Ganadería

Cómo los aretes del mercado negro facilitan el contrabando de ganado

La cadena de suministro de alimentos en Estados Unidos debería ser objeto de mayores controles. Pero el ganado de contrabando, criado en circunstancias inciertas, se mueve hacia México desde países centroamericanos como Guatemala, Honduras y Nicaragua. Los subproductos procesados de algunos de estos animales se exportan para atender la demanda de mercados internacionales, hasta llegar incluso a los anaqueles de Estados Unidos. Todo esto gracias a un complejo sistema de “blanqueo de ganado”.

A lo lejos se podía escuchar el rugido del tráiler que salía de las verdes faldas de la Sierra Madre, poco después de la puesta del sol, en el estado de Chiapas, al sur de México. El camión gris avanzó cuesta arriba, hasta que finalmente se pudo ver en torno a la escultura de K’inich Janaab Pakal, el gobernante maya más famoso de Palenque, que se levanta en el centro de la icónica rotonda de la ciudad.

Sin identificar, y sin la marca de alguna empresa de transporte, el camión se acercó y pasó en menos de un minuto. En su interior llevaba unas 25 cabezas de ganado apiñadas y sin espacio suficiente para moverse o respirar. Durante la siguiente hora, seis camiones, con al menos 150 animales en total, pasaron por esta misma vía, que conecta esta región del sureste de México con varias carreteras que conducen a diversas partes del país.

*Este es el tercer artículo de una serie investigativa compuesta de tres partes, que analiza cómo el ganado producido en Centroamérica se introduce de contrabando en México y es blanqueado de diversas maneras para luego ingresar a la cadena de suministro legal de alimentos.

Es casi seguro que el viaje de ese ganado había comenzado a unos 200 kilómetros al sur de aquel lugar, en el pueblo de Benemérito de las Américas. Ubicado en el extremo oriental del estado Chiapas, el municipio de menos de 20.000 habitantes se extiende a las orillas del río Usumacinta, en la frontera con Guatemala.

Allí, el sinuoso río actúa más como un puente que conecta dos países que como una frontera que los separa. Prácticamente sin supervisión, el río no cuenta con un punto de cruce formal, ni hay muros de 3 metros de altura con individuos camuflados y armados haciendo vigilancia. Por el contrario, personas y bienes cruzan fácilmente desde Guatemala hacia México en pequeñas embarcaciones a plena luz del sol del mediodía.

En el lado mexicano, un taxista ayuda a una familia de cuatro personas a subir sus cosas al maletero del automóvil. Otra camioneta es conducida hasta la orilla del río, donde recibe mercancías del barco que acaba de llegar. A su lado, un gran camión color naranja hunde sus ocho ruedas traseras en el río, preparándose para iniciar la carga de granos.

Más tarde, decenas de reses demacradas y en mal estado de salud pasarán por este mismo cruce en largas canoas de madera. Estas también serán subidas en camiones que están a la espera y que salen de la ciudad hacia puntos de descanso a lo largo de la carretera 307, que conduce hacia Palenque. El trayecto en esta carretera de dos carriles puede ser entorpecido no solo por los resaltos o “topes” que abundan en la vía, sino también por el paso de algún convoy de ganado.

Muchas de estas reses, o quizá todas, provienen de Guatemala, Honduras y Nicaragua sin los aretes ni la documentación de salud adecuada para transitar legalmente por México. Sin embargo, sí los tendrán cuando lleguen hasta el primer puesto de control aduanero oficial donde hay miembros de las fuerzas armadas, ubicado a varias horas al norte de esta frontera.

Categorías:Ganadería, Nacional, Noticias, Productores

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