La incorporación de los ensilajes en los sistemas ganaderos, contribuye a aumentar su productividad, por un incremento en la oferta forrajera total, por asegurar su estabilidad a lo largo del año, y por facilitar un mejor balance nutricional de las dietas ofrecidas.

Existen genotipos de maíz que aportan entre 15.000 y 20.000 kg MS/ha con una concentración energética de 2,5 a 2,8 Mcal EM/kg MS, que los hace ideales para la confección de ensilajes.
Sin embargo, existen grandes áreas ganaderas con limitaciones edafo-climáticas donde el cultivo de maíz es riesgoso y de menor productividad o esto puede ser causado por años secos en zonas relativamente buenas. Debido a su tolerancia a la sequía, mayor seguridad, alta producción de forraje y menores costos, el cultivo de sorgo es una alternativa cada vez más difundida para la confección de ensilajes.
Desde el punto de vista de la calidad, al mismo nivel de contenido de almidón, el sorgo puede ser mejor que el maíz ya que la degradabilidad de sus hojas y tallos es mayor en muchos híbridos. Además, las condiciones climáticas o edáficas adversas, pueden afectar la producción de grano de maíz y no la del sorgo. En esos casos, el ensilaje de sorgo tendrá mayor calidad nutritiva que el de maíz, debido a un mayor contenido de grano.

Cuando el ensilaje de sorgo forma parte de una dieta convenientemente balanceada, no se han observado grandes diferencias en producción de carne o leche, en comparación con el uso de ensilaje de maíz. Entre los factores más importantes que definen la calidad de los ensilajes de sorgo están el contenido de grano y el estado de madurez de la planta al momento de confección.

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