A toda Rienda

La modernidad ha llegado a los caballos

Por: Rubén Morales Popitán / Santiago de Chile

El «Guacho León» no me creía que fuera de Chile se usan frenos de patas largas y riendas bien finas y livianas, dentro de todo el nunca viajo más lejos que 100 kms. Desde su casa en el cerro y sólo conoció las riendas bien gruesas y firmes que se usan en Chile para sostener con toda la fuerza posible a los caballos del campo y del cerro. Mi amigo “Guacho León” murió sin ver otra cosa, el mundo era diferente todavía. Él nunca pudo mirar otra cosa, no como ahora.

Ahora está lleno de expertos, que ansiosamente tratan de fabricar nuevos expertos a través de cursos presenciales o por internet y buscando interesados en cuanto aprendiz aparezca desde cualquier parte. Existen promociones donde un menor de 10 años domara un pony, demostrando la supuesta eficacia del método que se vende por internet. Esta época es tan distinta.

Reconozco que he visto instructores que enseñan con buena fe, con total convicción de haber descubierto las soluciones mágicas para gobernar un caballo y he visto en su mirada que descubrieron algo increíble. Yo supongo que tenemos el derecho a pensar que descubrimos algo increíble y tenemos derecho a pensar que entendimos algo impresionante, pero el problema es que alguien más viejo te mira tu descubrimiento y se da cuenta que no has descubierto nada. Que no has entendido algo extraordinario todavía, solo has salido de tu letargo, de tu pereza, solo te has impactado por tu propia sorpresa. Como el gato que atrapa su primer ratón. Pero, hay derecho a auto impresionarse supongo.

Pareciera haber tantas metodologías, tantos instructores, tantas denominaciones y tantos auto sorprendidos que cuesta discernir en quien confiar. Pues al fin todos queremos mejorar y salir de nuestros propios rincones para meternos a nuestro modo a este ruedo mundial donde se enseña todo para gobernar al caballo.

Estaría todo fantástico si esto fuera inofensivo y sin peligro físico para los intervinientes. Pero la relación con los caballos es una de las cosas más de físico y fricción que hay, yo cambio trocitos de mis manos varias veces al año creo, cada vez que alguna cuerda supera la capacidad de la piel para resistir fricción. Eso lo logra un potro/potrillo en cualquier momento y por supuesto que no es nada, como me decía mi querido amigo Oaxaqueño en Nueva York; «así te endurecen las manos guey» y bueno, también me dice otras cuantas que no voy a escribir.

Es difícil conciliar tantos aspectos delicados en un solo momento, cuando un instructor se planta frente a un público asistente por ejemplo a un curso para domar o desbravar caballos. Yo me pregunto; ¿Algo podría salir bien? Sí. ¿Algo podría salir mal? Con mayor razón.

En un curso de doma o amanse por internet ¿Algo podría salir bien?

Para empezar creo que hay dos grandes ambientes o grupos. Los ranchos de verdad en un extremo y las personas que desde su Smartphone elijen una nueva mascota: ¡Un caballo! En el otro extremo.

Mis amigos, en ambos casos, en ambos extremos los errores son graves. En ambos extremos las equivocaciones cuestan demasiado caro, en todo sentido. En países desarrollados y también en Latinoamérica cada vez es más frecuente ver dueños primerizos de «caballos mascota». Bueno, como que el nuevo dueño en su mente idealiza al caballo y se imagina que es una mezcla entre perro labrador, entre ser humano (de los buenos) y mezclado todo debería resultar en un unicornio de película pero, bueno, sin el cacho. Un tipo de pony de la  barbie. Supieran cuantos ponys barbie monte en Nueva York.

El caso de «Splash»

Mi patrona me aviso que llegaría un nuevo caballo a entrenamiento, se me pararon los pelos de pensar que fuera otro resabiado más o quizás es un buen caballo, pensé. Era de una propietaria que tenía 1 solo caballo y lo llevaría con nosotros. Yo me imagine una señora sencilla que tenía 1 caballo.

De pronto veo una camioneta full, nueva. Cargando un tráiler nuevo, de esos para 2 caballos pero no era pintura standard pues tenía a cada lado una foto tamaño real de un hermoso caballo Pinto, hermoso el caballo de la foto y decía «Splash» con diseño muy bonito. Se baja el conductor, abre el compartimento de las monturas en el carro y quiere bajar los aperos de «Splash». Tenían el nombre del caballo y aplicaciones en color rosado a gusto de la dueña. Y pensé ¿a qué hora aparece la barbie?

Vamos a bajar el caballo, ¡hermoso! y el güero me dice; cuidado es mordedor. Bajó sin problemas y lo pusimos en un box.

En seguida llega la dueña, en su otra camioneta y no. No era.

Pero era una señora encantadora, lo malo es que venía con el brazo derecho enyesado completo hasta bien arriba del hombro. El caballo la había mordido y luego la lanzo por el aire. Y con mucha gentileza me entrega al tacho de «Splash» donde se le dan sus zanahorias.

Trabajé con el caballo y en este caso era un caballo fácil. Que si te ganabas su atención y no te pillaba nunca durmiendo o distraído, era manso. Pero, si no agarrabas su atención, como que se sentía solo y comenzaba a invadir tu autoridad hasta sentir rabia y pasar de ser un cordero a ser un león. Necesitaba saber que tú estabas en control o lo tomaba él para dominar y castigar, en realidad en el campo ese caballo seria siempre un cordero, pero para Deborah que había decidido tener una mascota en un ambiente de mascota, se ponía versión león.

Hay mucho trabajo para cualquier valiente que pueda trabajar caballos mascota resabiados en Estados Unidos, pero yo encuentro un trabajo cada vez más peligroso porque apenas domas uno te traen otro peor y te comienzas a sentir como el boxeador que antes de levantarse ya tiene un nuevo reto cada vez mayor.

Solo puedes terminar en problemas porque hay caballos que realmente son «Widow maker» los «Hace viudas» que tienen a varios valientes en el hospital o silla de ruedas o en el cementerio.

Pero no solo estas en contra del caballo, también en contra de los dueños. Si, en contra de los dueños. Te encuentras que muchos dueños quieren que o te subas de una vez o bien transformes su caballo dándole zanahoria o de ultima le hagas ejercicios de Natural Horsemanship de esos que trasforman cualquier caballo en un pony barbie.

¿Y cuáles son esos ejercicios?

Por ahí por el año 2000 comenzó un boom de entrenadores americanos que mostraban caballos perfectamente comportados gracias a unos ejercicios que se hacen desde el piso, solo tenías que comprar el DVD, la cuerda, el caño, un caballo e ibas a ser un artista. Deborah, hizo eso.

Hoy existen situaciones en que encuentras un dueño que tiene una mascota, el caballo es un «Hace viudas» y quieren que lo transformes con zanahorias. Para mí eso es irreal, insostenible. Pienso que eso no se sostendrá en el tiempo y creo que las cosas derivaran a alguno de los lados.

Porque solucionar eso te expone a 3 peligros: El peligro del caballo, el peligro que el dueño te vea trabajando como un vaquero y arruine tu empleo y reputación o que el caballo se lesione y te veas frente a leyes que favorecen a las mascotas frente a un pinche vaquero.

Yo pienso que esos dilemas no van a verse mucho en el futuro, tampoco sé que harán con tantos caballos de esos. En buena parte esos caballos terminan así porque fueron iniciados/domados con los DVD del año 2000 o los cursos por internet de hoy.

En los ranchos

En los ranchos es igualmente difícil domar e iniciar bien. Porque no buscamos meros caballos de paseo o caballos para mover el ganado, queremos tener caballos para las competencias.

Una  de las cosas más bonitas que tiene para mí el trabajo con caballos es trabajar para jinetes de mucha experiencia y trayectoria. En cada país hay un pequeño grupo selecto de esos cracks que nos estimulan a mejorar, nos enseñan, nos motivan y también tienen el ojo para distinguir a un jinete de otro y leer exactamente cuánto calza cada cual.

En los ranchos donde hay expertos el trabajo es bien especial. Allí lo bueno es bueno, lo malo no sirve y no se le da chance a meterse en el trabajo. Pequeños defectos son percibidos por el maestro experto y no avanzan más allá. No hay espacio a dilemas si está bien o está mal, los maestros con mucha sencillez y casi sin necesidad de hablar mucho hacen ver lo que no sirve, sea una maniobra, un tirón de la rienda, un caballo, un jinete, lo que sea. Lo blanco es blanco y lo negro es negro y parece que hasta los colores se ven más claros allí.

Cosas que pueden ser un dolor de cabeza para un dueño de rancho o un dilema, para un maestro con edad y experiencia es algo de solución evidente y sencilla.

¿Y no que estábamos modernos?

Cuando veo a viejos maestros siento que el conocimiento esta en los viejos jinetes. En nuestros antepasados, en esos hombres que aprendieron a conocer al caballo en su mundo real y también conocieron la vaca y al perro. No al mero pony en una película.

Muchas veces me parece que los nuevos instructores de internet están en esa fase de encontrarse legítimamente auto impresionados con sus primeras capturas, pero sin tomarse la molestia de mostrarse a un viejo experto que le dé una opinión y dimensione sus méritos. Más bien,  antes de mostrarle su trabajo a un viejo ya están publicitando por internet sus descubrimientos.

Yo pienso que pese a las decenas de instructores y cursos dentro de poco habrá menos domadores y menos caballos nobles, buenos y mansos  que antes. Y quizás es porque el espíritu del caballo no se doma por teléfono, al caballo no le importa la tecnología. El caballo lee los corazones y otros órganos también y el caballo no ha sido fácil nunca en la historia y yo creo que con menor razón será fácil ahora con los domadores millenial.

Para la próxima serán mejores noticias, un abrazo fraterno, Rubén Morales.

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